Hablaba Cocó, de Silvania y Ciëlo, que buscaban hacer música para, de alguna manera, aislar a la gente en lugar de buscar integrarla, y que cada persona tenga una experiencia propia, intransferible a otra. Es decir, como el acto de ser del ser humano que es incomunicable y no se puede transferir. Sin embargo, la música permite aproximar nuestro ser al otro, camino a la convergencia.